Hay un idioma antiguo que susurra en las hojas, en los pétalos que caen, en la brisa que cambia de rumbo con cada estación. Un lenguaje que no se pronuncia con palabras, sino con silencios, aromas, luces y sombras. A ese idioma he querido escuchar, y con estas páginas, responderle.
De brote a escarcha es un viaje por las estaciones del alma, un recorrido que se tiñe de flores nuevas, cielos encendidos, lluvias lentas y vientos que arrastran memorias. Es un libro que nace del asombro, de esa mirada que se detiene en lo visible y en lo invisible, en lo que la naturaleza nos dice cuando nos dejamos tocar por su magia sutil.
Cada estación tiene su hechizo. La primavera es un corazón que se abre, un renacer de todo lo dormido. El verano, un incendio dorado donde el amor se alarga como las tardes. El otoño llega como un suspiro nostálgico que tiñe el mundo de oro y despedidas. Y el invierno, con su escarcha callada, nos invita a recogernos, a escuchar el murmullo profundo de lo que aún late bajo la nieve.
Entre prosa y verso, recojo mis impresiones como quien junta luciérnagas en un frasco de cristal. Hay recuerdos, sí —algunos vividos, otros soñados—, pero también intuiciones, visiones y deseos. A veces la belleza reside en lo que podría haber sido.
Que este libro sea para ti un jardín secreto. Un rincón donde puedas detenerte a respirar, a soñar, a recordar quién eres cuando el mundo se silencia.
