Mi cometido en estas páginas es hacer un retrato concreto de nueve años vividos con emociones e ilusiones. Si no hubiesen sido impactantes, no hubiesen llegado hasta aquí, seguro que se hubieran perdido en las lagunas del cerebro. Fueron hermosos, fueron dichosos, a veces tristes y algunas veces curiosos.
Hoy, desde la distancia que no desde la añoranza, los miro con lupa y «se me caen las pestañas», es ahora cuando piensas en los esfuerzos de tus padres que fueron muchos para tirar hacia adelante.
Pero como dijo alguien «valió la pena vivirlo».