Poker face: Mi profesora me pone cachondo
Puede que sea su boca, sus ojos o su esbelta silueta ceñida y protegida por una falda estrecha que realza sus piernas estilizadas por los tacones rojos, a juego con el suéter, que ha elegido hoy para venir a clase. Ella me pregunta si he traído los deberes, cuando yo solo le pido que me castigue en su despacho a puerta cerrada por no hacerlos.
Mi padre cree que no me doy cuenta, pero desde que llegó mi nueva profesora siempre viene a recogerme. Mi madre está sorprendida del cambio producido en mi padre. No es que vaya a hacer nada malo, ambos guardamos un mismo secreto en silencio.
Multitud de veces he escuchado por televisión que hay que luchar contra el absentismo laboral y mejorar el rendimiento escolar. Seguir aprendiendo resulta más fácil y atractivo cuando llegas a clase y te encuentras con el rostro angelical de tú profesora, activando el impulso más básico e instintivo del hombre.
Podemos seguir invirtiendo miles de millones de euros para luchar contra el absentismo laboral y la mejorar el rendimiento escolar. Sin embargo, por muy políticamente incorrecto que pueda parecer, visualizar e idealizar el rostro de tú profesora puede ser uno de los mejores remedios para alegrar un día nublado, deseando, antes de acostarte, que vuelva pronto a salir el sol.